Esta vez he querido escribir sobre dos obras literarias de un peso profundo , que tocan nuestras fibras más sensibles como seres humanos racionales, merced a la temática a la que se refieren y aunque siendo un poco distintas en el abordaje, no lo son tanto en la descripcion de los hechos , la esclavitud. Los seres humanos a través de la historia hemos cometido innumerables actos barbáricos que son sin duda inhumanos e irracionales, contrastando con la descripción que nosotros mismos hemos acuñado para definirnos, seres humanos y racionales. De formas muy variadas los humanos siempre encontramos justificaciones para tales actos, mas propios de bestias sin raciocinio que de seres pensantes, justificaciones que de buena gana han sido aceptadas socialmente de forma de minimizar lo vergonzoso y asqueroso de aquellas acciones con el consuelo de que o era necesario o eran otros tiempos. Se valida lo actuado sin que se reivindique a los perjudicados. Aún hoy en pleno siglo XXI, si nos acercamos a las pantallas de la caja estúpida, nos daremos cuenta que se siguen cometiendo exterminios humanos por asuntos de raza, religión, poder y economía. El esclavismo no a desaparecido , sólo se ha dado un baño de pureza y sigue apareciendo meridianamente en nuestra realidad actual. Pero al igual que en los años 1800 , los humanos , cristianos, judíos, musulmanes, induistas y budistas, miramos con disimulo hacia otro lado. Las novelas en cuestión son :“La Cabaña del tío Tom" (1852) de Harriet Beecher Stowe, que en mi opinión es una obra fundamental no solo por su impacto político , ya que se le atribuye haber exacerbado el fervor abolicionista en el Norte de Estados Unidos y ser motivo de la guerra civil , sino por la crudeza con la que expone la hipocresía moral de la sociedad estadounidense de su tiempo. La segunda novela de la que quiero hablar es “Raíces: La saga de una familia americana" de Alex Haley, publicada en 1976, la que no es meramente una novela histórica, más bien es, ante todo, un acto de fe. Es la creencia ciega de un escritor afroamericano en la posibilidad de rastrear y reconstruir su ascendencia hasta el origen primero, devolviendo el nombre y el contexto a aquellos que la historia oficial condenó al anonimato y al olvido.
Habiendo hecho está pequeña introducción creo que es justo empezar. Harriet Stowe crea un universo no ficcional donde los personajes van, desde el bondadoso Tío Tom, la gentil Eliza y la virtuosa y piadosa Evangeline, hasta el cruel Simon Legree, quienes ilustran un amplio espectro de la barbarie y la caridad humanas actuando juntas o por lo menos muy cerca una de otra. Hay diversos personajes a los que el lector deberá ir compadeciendo , amando e incluso odiando a algunos de ellos (Marie St Clare). La novela está enfocada en la terrible desigualdad de trato si bien algunos "amos" ,como los Shelby o Augustine St. Clare, podían ser menos violentos, sin embargo muy poco ayudaba a los esclavos ya que el sistema mismo permitía y legitimaba la crueldad absoluta de otros. Es conmovedor asistir a la desgracia que significaba para un esclavo la muerte de su amo que le trataba con menor crueldad, para luego ser vendido a otro que le maltrata sólo por el hecho de proceder de un lugar con mejores tratos. En las plantaciones del Sur donde el terror y la degradación eran la norma con personajes como Legree la crueldad narrada en la historia llega a su clímax y es el lugar donde el personaje principal, el tío Tom recibe los peores castigos y ultrajes con el único propósito de doblegar su espíritu y hacerle como la mayoría de esclavos que se volvían enemigos de sus pares, de sus vecinos de infortunio. El mensaje es claro, la maldad del sistema no dependía solo de los individuos, sino de la licencia que el marco legal y social otorgaba a la barbarie y la tiranía.
Sin embargo, en mi opinión , el elemento más penetrante de esta novela, es que intencionalmente o no, pone el dedo en la perversidad de la instrumentalización de la fe y la religión como aliada del sometimiento y la humillación. La autora , siendo hija y esposa de clérigos blancos, define la fe cristiana como el eje moral del Tío Tom. Tom es el arquetipo del esclavo cristiano, paciente, sufriente, bondadoso y dispuesto a acatar cualquier sufrimiento , aun hasta el martirio sin renegar de su fe en el Cristo. No cree en la rebelión, sino en la promesa de una vida mejor en el más allá, está esperanza es lo que lo lleva a aceptar con humildad los horrores y sufrimientos que le infringe su amo, hasta que al final lo mata de una golpiza. Podríamos pensar por un lado que, la fe de Tom es un faro de humanidad y moralidad superior frente a la podredumbre ética de sus esclavistas , que también se decían cristianos. Otro enfoque que me parece crítico es que la sumisión de Tom se convierte en la justificación ideal para no rebelarse y la aceptación de su destino por parte de él y de todos los oprimidos. La novela pone el dedo en el discurso muy difundido que los desposeídos no sólo deben cargar su cruz terrenal con resignación y sin quejarse , sino que Dios así lo quiere para probar su fe y asegurar su recompensa celestial. Esta teología de la pasividad es la herramienta perfecta del opresor, del tirano, que encuentra en el Evangelio malinterpretado y acomodado un método para apaciguar el espíritu de rebelion. La novela revela de manera sutil diría yo, sin casi advertir el señalamiento , cómo la piedad religiosa puede ser pervertida en un mecanismo de control mental, alentando al esclavo, al desposeído y menos favorecido , a aceptar la desigualdad como designio divino en lugar de luchar por la justicia terrenal. Es un reclamo silencioso, pero fuerte, por la complicidad de muchas iglesias y sus líderes que predican el sometimiento en vida a cambio de la gloria eterna en otra vida.
Por otro lado ,en "Raíces” Alex Haley narra su propósito personal, de encontrar a su antepasado africano, Kunta Kinte. El inicio está dedicado al nacimiento, juventud, y captura de Kunta en Gambia su país de origen , hasta el cuál llegan una noche los traficantes de negros a llevarse por la fuerza los mejores ejemplares, para venderlos como esclavos, y lo arrancan del seno familiar. Muy parecida a una obra sobre antropología, Haley no describe a un esclavo, sino a un ser libre, orgulloso, inmerso en una cultura rica y llena de hermosos rituales. Su captura, como la de todos los que sufren el mismo destino, se convierte en una catástrofe personal que los lectores experimentamos con brutal cercanía. El viaje transatlántico y la llegada a la América colonial del siglo XVIII son pasajes de horror que Haley narra sin caer en sensacionalismos. Allí vemos a Kunta Kinte al ser despojado de su nombre, de su idioma y de su dignidad , un trauma existencial de millones de afroamericanos y sus descendientes. Hombres que vienen de ser totalmente libres y que de repente se encuentran en jaulas, en paupérrimas condiciones y sometidos a tratos deshumanizantes. Una ruptura total con todo lo que fue su vida, mundo y universo. La resistencia silenciosa de Kunta Kinte , sus constantes intentos de escape y la negativa a aceptar la identidad impuesta son los hilos que tejen su carácter y lo convierten en un héroe trágico. Comparte el mismo destino de nuestro Tío Tom, aunque la forma de enfrentarlo es diametralmente opuesta. No es relevante en esta obra la cuestión económica o política del sistema, "Raíces" es otra cosa, es una narración más centrada en un enfoque íntimo, familiar y generacional. Conocemos a Kunta a través de sus descendientes, Kizzy, Chicken George, Tom, y otros, que al igual que el son esclavos, los hijos de esclavos eran esclavos , aún aquellos que producto de las violaciones de los amos , nacían de negras esclavas, mulatas o cuarteronas. Para Kunta mantener su tradición y el recuerdo de su aldea es imperativo. Crea una cadena ininterrumpida de memoria, para transmitir de generación en generación, el famoso "La-da-a-da" que Kunta intentaba enseñarles, sin duda un detalle muy conmovedor. Vemos una familia luchando por mantener su identidad a través de un siglo de cruel opresión. Raíces es un tributo a la resiliencia del espíritu humano, a la capacidad de preservar la memoria cultural incluso cuando los dueños de aquellos cuerpos y almas intentasen por todos los medios aniquilar sistemáticamente tales recuerdos. Cuando, finalmente, Alex Haley llega a la aldea de Juffure, y el historiador oral, el Griot, recita el linaje que coincide con la historia de su familia, la novela se convierte en un documental emocionante. Raíces consigue convertir una historia vergonzosa como el tráfico de esclavos , en una historia humana , capaz de inquietar hasta las más profundas fibras de un ser racional. Es el fin de un largo camino.
Como siempre espero que esto sea del agrado de los lectores, si es así o no, siempre estoy abierto a sus comentarios , críticas y sugerencias. Anticipadamente gracias por leer esta pequeña narración.
MACH
