Nos quieren hacer creer.
Honduras entera reaccionaba el día de ayer ante la noticia del asesinato de Alfredo Landaverde, un hondureño de los pocos decentes que quedaban, hombre ejemplar, honesto y en el último tiempo opuesto a que la policía se sustituyera por el ejército. Y casi de inmediato el presidente Porfirio Lobo, en el seno de los militares reaccionaba destacando que “no nos van a vencer, tampoco amedrentar” en una clara alusión, a que el crimen habría sido cometido por el crimen organizado, debido a que se rumoraba desde hace unos meses que al Ingeniero Landaverde se le nombraría jefe de la dirección de lucha contra el narcotráfico. A partir de allí, casi de manera unánime, los voceros del gobierno y sus medios aliados difundieron la especie de que el crimen, fue cometido por miembros del crimen organizado, vetando de manera implícita otras líneas de investigación. Veinticuatro horas antes, habían asesinado a una periodista, coincidentemente, opositora al status quo, y también opuesta a que el ejé