Agapito
No es nada nuevo, la historia del planeta ha estado llena de ellos y aunque no sea de nuestro agrado, sus actos han marcado el rumbo de la raza humana. Son esos sujetos oscuros, sin dignidad alguna, sin moral, desconocedores de la ética, y capaces de vender hasta su madre por un puño de monedas. El representante por excelencia de esta categoría de alimañas, Judas Iscariote, a quien se le acusa de haber vendido al Maestro de Galilea, por 30 monedas de plata, un montón de dinero ,por aquellos tiempos.
Por lo tanto no es nada nuevo, ni digno de hacer, por la aparición de uno de estos reptiles, una alharaca, como si fuera algo que ocurre de manera especial. No, los serviles, y el servilismo han existido siempre, rondan los lugares, en espera que los otros necesiten un trabajito, que a las mayorías avergüenzan, pero que por unas cuantas monedas ellos estarían dispuestos a hacer.
No me extraña que un sujeto como Agapito Rodríguez, se preste para algo así, es más, ni siquiera lo condeno por ello: esa es su forma de vivir, probablemente no aprendió ninguna otra, o quizás encontró que ser un paria no es tan malo y produce buenos dividendos. Realmente no es Agapito, quien me inspiro escribir este artículo. Es la reacción de la ciudadanía ante el hecho que se planteo y que gracias a la indecencia de Agapito culmino con el propósito, claro y bien definido del señor Juan Orlando Hernández, su circulo cercano y en general la cúpula del Partido Nacional de Honduras.
Para poner en contexto lo ocurrido, diremos que la semana pasada en las sesiones del congreso nacional, se discutían algunas reformas al código penal, ley accesoria, que determina las penas y las formas como se aplican a las personas, para los distintos delitos que se cometen dentro del país. En el punto donde se toco el asunto de la corrupción, se aprobó por el pleno de diputados, que específicamente para delitos, como malversación de caudales públicos, enriquecimiento ilícito y en general delitos asociados a la corrupción, la pena mínima debía de ser de 9 años y una máxima de 12 años de reclusión .
Esta semana, al inicio de las sesiones del congreso, apareció, por allí, este oscuro personaje, diputado suplente, y casi hermano de Juan Orlando Hernández, de quien cuando este fuera diputado, Agapito Rodríguez, fue su suplente. Incorporado convenientemente a la sesión, Agapito presenta una reconsideración al acta de la sesión anterior, acta en la cual se recoge la aprobación de las penas antes mencionadas.
Agapito solicita que, las penas por corrupción, sean bajadas, a 4 años como mínimo y 6 años como máximo. Los diputados en el hemiciclo, mayoría nacionalista en ese momento, aprueban lo solicitado por este ejemplar hondureño, y este desaparece en el ostracismo en el que siempre ha vivido, su minuto de fama ya paso, y su nombre quedara en la historia negra (nada que ver con la raza negra) de Honduras, como el del, diputado, que hizo posible que los corruptos no vayan a la cárcel en Honduras.
Tres hechos a destacar son el máximo interés de este artículo. El primero, es que los nacionalistas en el congreso, obedientes servidores de Juan Hernández, buscaron y encontraron otro método para trastocar las leyes. Hasta hace unos días, los nacionalistas, modificaban o mas bien manoseaban las leyes, valiéndose del procedimiento legal para la entrada en vigencia de cualquier, nueva ley o reforma a una ya existente. El proceso, se lleva a cabo, cuando la secretaria del congreso envía la ley ya con la redacción apropiada a la Empresa Nacional de Artes Graficas, quienes imprimen “La Gaceta”, el diario oficial del país, donde es obligatorio publicar, para su entrada en vigencia, contratos, acuerdos, leyes y cualquiera otra cosa de índole legal que afecte la vida publica y privada del país y sus ciudadanos.
Desde el gobierno de Porfirio Lobo/Juan Hernández y aun en el actual, los nacionalistas , encontraron que en el proceso entre aprobación y envió de la ley para su publicación, se podía cambiar lo que se quisiera , merced a que los hondureños odiamos la lectura, y mucho mas si se trata de cosas tan poco divertidas como las leyes. De esta manera fueron trastocadas un sinnúmero de leyes, que se aprobaron de una manera y fueron publicadas de manera diametralmente opuesta en La Gaceta. Pero como todo lo bueno termina , entonces ,un día alguien se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, lo denuncio y una vez descubiertos, la justificación , fue la misma , que usan en todas las tropelías y delitos que cometen, fue un error, y culparon paladinamente a los del nivel mas bajo, a las secretarias. Nunca se dijo como las secretarias, tan tontas, como para cometer semejantes errores, si eran capaces de colocar en los párrafos y palabras erróneas, aquellas que desde el principio formaban parte del deseo original de Hernández y su banda. Todos estos errores hasta hoy siguen estando impunes.
El segundo hecho a destacar es que, siendo claro, que el procedimiento anterior había quedado al descubierto, se necesitaba de uno distinto, y Eureka, lo tenemos y a través de Agapito lo utilizamos. Para aprobar una ley o la reforma de una ley secundaria, es necesario que la mayoría simple de los diputados estén a favor de ella. En Honduras la mayoría simple la conforman 65 diputados, o sea, la mitad del total, mas uno (128/2=64+1=65). Y, así fue, cuando se aprobaron los artículos en cuestión todo ocurrió, legalmente. Pero desde un principio el deseo de Hernández y los suyos , había sido rebajar las penas para los corruptos , llevándolos a penas menores de 5 años , porque de acuerdo al estamento legal en Honduras, toda pena menor o igual a 5 años es conmutable, ya sea por dinero, trabajos comunitarios etc. Solo los pobres , que obviamente no son corruptos, al no poder pagar , van a dar con sus miserias a las cárceles del país.
Y aquí aparece la figura de la reconsideración. De acuerdo al reglamento del congreso, para reconsiderar algo que ya se aprobó y que consta en el acta de la sesión anterior sujeta a aprobarse, se necesita, que haya quórum legal, o sea que en el hemiciclo estén presentes al momento de presentar la reconsideración la mitad más uno de los 128 diputados. Sin embargo para aprobar la reconsideración, solo es necesario que la mayoría simple del quórum legal, este a favor, lo mismo que la mitad mas uno, ya no de la totalidad de los diputados, sino de los presentes. De esto se valieron los nacionalistas para complacer a Agapito Rodríguez, quien deseaba ardientemente casi con desesperación, que las penas para los corruptos fueran menores, tanto, o lo suficiente para que nunca conozcan la fetidez de una bartolina, y menos para que los envíen a la coladera, como se conoce coloquialmente hoy los proyectos carcelarios del faraón Hernández , la tolva y el pozo.
Gracias a la irresponsabilidad de los diputados opositores, en el hemiciclo solo estaban los interesados, tanto así que para llenar el quórum legal , tuvieron que incorporar a Agapito, a una curul , obviamente este ya sabe por donde le entra el agua al coco, se encontraba allí, listo ,para convertirse en el caradura mundial , algo que a el no lo desvela. Sabe cual es su participación en esta obra, y la ejecuta, cumpliendo. Fin de la historia. Inmoral reconsideración, pero en honor a la verdad, legal, de acuerdo a los procedimientos. El pataleo de los diputados no alineados insulso, más para tratar de convencernos que solo los cachirecos son culpables, aunque en el fondo sabemos, que aquellos hacen su jugada, y camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Culpables los unos por acción, culpables los otros por omisión.
Y el tercer hecho sobre el que quiero llamar la atención es la actitud cómplice y pusilánime de los, “non plus ultra” del periodismo hondureño. Ninguno, Eduardo Maldonado, Armando Villanueva, Edgardo Melgar, Renato Álvarez, etc, ninguno ha dicho nada, Guardan silencio, un silencio cómplice que ya conocemos y del que hemos hablado hasta la saciedad siempre que hemos tenido la oportunidad. Y por consecuencia de este encubrimiento delictivo de este otro acto que engrosa la lista de los Hernández, la pasividad de la hondureñidad, ante el manipuleo de un grupo de traidores desnaturalizados, que logran la ansiada impunidad ante el delito más pernicioso y dañino que se ha podido cometer en contra de los ciudadanos de este país. Es gracias a los corruptos, que somos el país mas pobre, analfabeto, enfermo, injusto, inseguro y lleno de vergüenza de América. Una infamia mas, de la cual, pareciera que estamos de acuerdo, porque no hacemos nada. Resignación, parece que es lo único que aun sentimos.
Un aplauso para Agapito y su amigo Juan Orlando Hernández, una vez mas nos vieron la cara de…
Esta de acuerdo conmigo?
MACH
16.08.2017
Un merecido aplauso. Todo lo que dice es cierto. Solo falto que Agapito dijera que lo mando Mel o Nicolás Maduro.
ResponderEliminarGracias por su valioso comentario. Saludos.
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