El recuento de los daños

Nada tiene que ver el título de este artículo, con la famosa canción de la controvertida cantautora originaria de México, Gloria Treviño, en la farándula “Gloria Trevi” quien es famosa por su mediática forma de vivir la vida y quien hace algunos años se vio envuelta en un escándalo de índole mundial, con, el en aquel entonces su productor musical y representante artístico, Sergio Andrade.

En este artículo vamos a tratar de poner en contexto “el recuento de los daños” y el tratamiento mediático e institucional que se da a estos, daños ocasionados por la crisis política actual, que vive Honduras, a raíz del ya casi probado fraude electoral, en el proceso eleccionario del pasado 26 de Noviembre pasado, en el que el TSE ha declarado ganador a Juan Orlando Hernández, resultado que hasta hoy no es aceptado por los partidos que más simpatizantes aglutinan en sus filas.

Tras la demora en declarar un ganador por parte del TSE, y ante la certeza popular, que lo que se cocinaba era un fraude, para favorecer a Hernández, los miembros de la oposición en Honduras, se movilizaron en protestas que se extendieron por todo el país. Recordamos como las imágenes de tomas de carreteras, inundaron las redes sociales. Con las acciones rebeldes vino la acostumbrada represión, con la que las tiranías pretenden siempre resolver el descontento.

En uno de tantos episodios represivos, murieron los primeros hondureños, merced a las balas disparadas por los militares sedientos de sangre indefensa. Y los ánimos de los protestantes se dispararon, lo que fue aprovechado por los militares y policías, quienes en un acto estratégico, le prendieron fuego a un camión del ejército, culpando a la oposición de haberlo hecho. Fue desgarrador el cuadro, de la matriz mediática hondureña oficialista, llorando a gritos por el daño a aquel camión.

“Criminales quienes atentan contra la propiedad pública y privada” gritaban. Y gracias a la tecnología queda al descubierto que quien le prendió fuego al camión fue un policía mismo, con lo que el llanto y el dolor desaparecieron. No es igual si el que quema algo es uno de los nuestros, o de los del otro bando. De los hondureños que murieron aquel día, nada se dijo, no causaron llanto, ni luto nacional, es como si el valor de un camión fuera superlativamente mayor que la vida de un ser humano.

Y siguieron las protestas y la represión también, y con ellos las victimas mortales del lado del pueblo indefenso y desarmado. Y como consecuencia de la defensa ante las balas, con piedras, resultaron vidrios rotos, y de nuevo el dolor, el llanto, los lamentos, las cabezas rapadas en señal de duelo, por todo lo material que se echó a perder , de los descalzos que fueron asesinados nadie dijo nada de nuevo.

Y continúo el descontento, y los infiltrados provocaron saqueos, que no fueron de ninguna manera evitados por las fuerzas del orden público. Algunos llegaron a creer que los saqueos eran legales, porque delante de las postas policiales pasaban las personas con electrodomésticos de gran tamaño, sin que los servidores de la ley dijeran absolutamente nada, era como si todos estuviésemos de acuerdo en aquellos actos.

Y de nuevo la matriz mediática, eleva los gritos al cielo, “oh Dios, que hicimos para merecer tanta ignominia, porque nos castigas así”, tantos daños materiales, y unos cuantos muertos, cosa sin importancia, de los plebeyos, desechables, daños colaterales, seres sin importancia, pero los daños materiales, que terrible castigo.

Y ayer el defensor de los derechos humanos, el Ombudsman, el defensor del pueblo, Roberto Herrera Cáceres, termino de darnos una cátedra, de cuantos e incuantificables son los daños que esta crisis nos ha traído a los hondureños, vista desde la óptica oficialista y mediática. Nos explicó que el derecho a la propiedad privada es un derecho humano que no se puede violentar, y que los daños a la propiedad privada y pública han sido inmensos, solo así pudieron causar tanto dolor.

De los derechos políticos (elegir y ser electos) y el derecho a la vida, no nos dice nada, probablemente porque en Honduras esos derechos se violan a cada minuto, por los que devienen en la obligación primigenia de respetarlos y hacerlos cumplir, o porque las vidas que se sacrificaron son vidas desechables.

O es posible, que también los derechos de primera generación en Honduras solo son para los de arriba, los chuñas no tienen esos derechos, al final ni los necesitan. Mas de 30 muertos, hondureños, que solo reclamaron por el respeto de los derechos que el defensor del pueblo, soslaya, bajo la importancia de la propiedad privada, del daño material, esos no significan nada para que nuestro Comisionado de Derechos Humanos ,los incluya en el recuento de los daños.

Así son las cosas, en Honduras. Mientras en el mundo entero se hace lo que sea para rescatar una vida, sin importar los recursos materiales, y al tener éxito, todos nos congratulamos, no pensamos si costo los millones de dólares que sean, pero salvamos una vida, en contraposición en nuestra patria, los daños más importantes son los daños materiales, los humanos, no tienen ninguna importancia. Un país que es así, es un país degradado moral y humanamente, y es sin duda un lugar peligroso para intentar sobrevivir.

MACH



16.01.2018

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