Y para que sirve

Hace ya bastantes años, en una tertulia con algunos amigos, yo les decía que en Honduras, nadie gana un puesto de elección publica, sino cuenta con la bendición de los ´poderes facticos locales e internacionales para los puestos mas importantes, léase presidente y diputados, y que en el caso de los alcaldes había que contar con la bendición del poder local, además de la cúpula del partido por la que estaría participando. Este postulado fue aceptado no de muy buena gana, por los presentes con la excepción de uno, que expreso que aquella afirmación mía era inaceptable.

Me pidió que le explicara en que se fundamentaba lo que yo estaba afirmando, ya que el consideraba que el acto mero de asistir a las urnas, era la culminación real para la elección de las personas que habrían de gobernar local y nacionalmente los destinos de nuestro país. Me decía con mucho de razón, “si lo que usted afirma es cierto, entonces no tiene sentido ir a las urnas, porque ya están elegidos, los que van a gobernar”, y el voto solo serviría para validar una escogencia ya previa.

Convine con el, y trate de exponer mi punto de vista, así: Cuando se escoge a los candidatos en aquel entonces del Partido Liberal y Nacional, son escogidos por una cúpula de poder, la que les proporcionara todos los insumos necesarios para disputar el poder, a cambio claro esta de favores, corruptelas y algunas otras cosillas que se me hace difícil mencionar. Así que antes de las elecciones internas ya estos poderes han elegido dos o tres candidatos por partido, todos de actuar muy parecido, pero uno de ellos ya cuenta con la estrellita en la frente, es el mejor, el adecuado para los proyectos que se tienen en mente. Y hasta aquí la participación del pueblo, de los ciudadanos que pertenecen a esos partidos políticos, es totalmente nula.

Y el poder político entonces nos llama a elecciones, sabedores ya de quien es el ungido, pero dejándonos el placer de creer que somos los grandes electores, que nuestros votos significan algo, argumento totalmente invalido. Y luego nos anuncian con alegría el resultado de nuestra participación, que no es mas que el resultado que ya conocían desde antes de esta. Decía yo “si en una urna hay seis bolas negras, y saco una, de que color será la elegida, pues negra”, así de fácil.

Para las elecciones generales ha sido el mismo procedimiento, nomas que ahora ya se tenían las bolas negras, que en la fase previa se extrajeron de la urna, y ahora entre ellas habrá de tomarse la decisión de cual de ellas será la seleccionada.

Pero en este 2017, las cosas cambiaron, debido más que nada a que el bipartidismo, se rompió desde el 2009, y en el espectro político aparecieron otras fuerzas emergentes, que ya en las elecciones del 2013 mostraron niveles altos de pujanza, que relegaron a las anteriores fuerzas a lugares inferiores en las preferencias electorales. Ya en aquel momento para conservar el poder los poderes facticos tuvieron que echar mano del fraude electoral, para ungir como presidente al actual inquilino presidencial, el mas conveniente por aquellos días.

Pero el tiempo transcurre inexorable, y de nuevo llegamos al momento en que según las leyes y nuestra constitución debíamos de elegir a otro para ocupar el solio presidencial. Apareció la ilegal reelección, una bufonada, muy al estilo de los poderosos de este país, que cuando la cosa conviene es buena y cuando no, sencillamente es mala. En el 2009 diabólica, en el 2017 santificada y pura, así son las cosas en esta Honduras. Y la maquina mediática camaleónica se encargo de repetir la mentira mil veces para hacerla verdad. Pero no lo lograron y las mayorías ciudadanas repudiaron la figura reeleccionista, así como su estandarte, el candidato del Partido Nacional.

Y los partidos opositores se unieron , y los poderes facticos , se robaron un partido político y se lo entregaron a una señora que consiguió 5000 votos en la elección, pero que acredito 18000 representantes en las MER, representantes estos que no votaron por ella ,la candidata del partido que los acredito. Pero la alianza no se detuvo, y fueron unidos al ejercicio, con el candidato del partido robado, como candidato ahora de los opositores, insertando una variable en el proceso, ahora no solo estaban los elegidos por el poder factico, había una opción allí que estaba fuera de los limites de control.

Y llego el día, y los ciudadanos crédulos fuimos a las mesas receptoras a depositar nuestro voto, la máxima expresión de nuestra intención, de quien queríamos que gobernase este territorio nuestro. Pero llegada la noche, el poder factico que ya se solazaba por la victoria preconcebida, se llevo la sorpresa de que pese a todo lo hecho, los ciudadanos de a pie, los de abajo, nos rebelábamos, y decidimos que el emergente debía gobernar. Pero el poder se negó, y cometieron todos los actos atroces e increíbles necesarios para revertir el resultado. Pararon la transmisión que no les favorecía y que dejaba ganador a Salvador Nasralla. Borraron el disco donde se había almacenado la transmisión, para manipular en otro disco los datos que se ingresaron. Alteraron urnas, actas, cuadernos electorales, llenaron votos que nunca entraron a las urnas, etc., etc. Pero todo fue descubierto, parecía que la ley de Murphy se hacia realidad en el TSE, “si algo puede salir mal, pues va a salir mal”. La denuncia publica como siempre en este país, no sirvió para nada.

Y por fin después de muchos días de manipulación y fraude descarado, anunciaron que el ganador era quien ellos decidió que fuera. La ley electoral obligaba a un nuevo escrutinio de los votos nulos, por la mínima diferencia, entre los contendientes, pero para el poder las leyes solo sirven para limpiarse el trasero, y esto, por no conveniente, fue ignorado. Ordenaron a los jefes de la institución más innecesaria y perniciosa del país, que atacaran a los que protestaran, que les dispararan, para atemorizarlos y acallarlos. Treinta y cinco compatriotas perdieron la vida. Nuestra elección fue superada por la elección amparada en las armas. Al candidato “nuestro” lo llamaron a los Estados Unidos, para pasearlo por las oficinas del departamento de estado, y a su regreso, nos lo mandaron cambiado. Apareció con un cuento barato, “mi contrato con la alianza termino” dijo, y me retiro a formar un proyecto para las próximas elecciones. De los millones de votos a su favor, nada, de los muertos por reclamar que se le ungiera presidente, nada. Solo una ultima frase oportunista, parafraseando al señor Nasralla, “hay que seguir en la lucha, y si la ganan me llaman para ser su presidente”, vaya de cosas no.

Queda claro que la línea electoral en la búsqueda del poder, ya no es una opción. Y entonces el epilogo de esta historia, por todos conocida, es y será los próximos años: Y para que sirve votar en Honduras?

MACH



27.12.2017

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